Hoy no hay tema, es más que nunca una reflexión esta vez como jugador. Supongo que de esto va este blog. Días antes de empezar de nuevo el tormento de la liga, hicimos un amistoso en casa ajena y con un árbitro, digamos "no-federado". El caso es que yo mismo me he tenido que poner a arbitrar varias veces para partidos amistosos y creerme que soy el peor del mundo, aún así, considero que cuando a alguien se le encomienda esta tarea, pienso que nos están haciendo un favor y que es extremadamente duro estar en esa posición.
Tras un cuarto en el que empezamos ganando, entramos en un bucle negativo, que nos hizo perder las demás partes y el consiguiente partido. Sinceramente, en los últimos minutos daba un poco de vergüenza jugar, puesto que cada acción que pitaba era una queja correspondiente de alguien. Hasta que llegó el momento álgido de la tarde: a falta de 4-5min. para el final, el pobre hombre tenía que dejar el partido, puesto que no estaba dispuesto a seguir aguantando las reiteradas quejas.
Sabéis perfectamente que nunca me muerdo la lengua y no tengo ningún reparo en decir lo que pienso. Dicho esto, mi reflexión es la siguiente:
¿Por qué cuando se gana, estamos callados y seguimos trabajando igual, y cuando se pierde la culpa nunca es mía? A ver, personalmente pienso que yo no soy así... Pero sí que hay una gran cantidad de jugadores que tienen esta manera de pensar, "aquí y en la China popular" .
¿Es necesaria esta reacción? La verdad es que no lo sé, pero para mí, ni es lógica, ni ética. Si pierdo, la culpa es mía y tengo que trabajar para mejorar y poder ganar el próximo, ¿no?
No quiero que sea una crítica a todo el que se sienta aludido/a. Que tú, como lector, te lo tomes como un mensaje de ánimo. Es de cobardes ocultarse tras el fallo ajeno, sin embargo tener una actitud respetuosa e intentar jugar sin ni una puñetera excusa, eso sí es ser un buen jugador de baloncesto. Y esto va más allá de meter la pelota en el aro, viene de casa, del colegio... del carácter de cada uno en particular. No deben existir las excusas, debe prevalecer el querer jugar al baloncesto y divertirse, por encima de cualquier otra cosa.
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