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martes, 17 de febrero de 2015

Empezando a pensar diferente... ¿y tú?

Por suerte, cada fin de semana puedo disfrutar de 4 partidos (siempre que no me coincidan horarios). 4 partidos multiplicado por 4 semanas dan 16 partidos, pongamos 15 cada mes. Os puedo asegurar que de esos 15 partidos, más de uno está arbitrado por la misma persona o personas. Sí, amigos, el post de hoy va sobre ese archienemigo del jugador y con el que es imprescindible un partido, el árbitro. Y... estoy empezando a pensar diferente respecto a ellos ( me referiré al árbitro como una persona sin género, que sé perfectamente que hay miles de árbitras y que no hay diferencia ninguna a la hora de arbitrar).

Continuo con la última frase, estoy empezando a pensar diferente... pero ¿por qué? Supongo que lo más lógico es pensar que porque uno va madurando a lo largo de su vida y lo que antes te parecía el enemigo ahora es algo más. Pero madurando también me he dado cuenta de que tan tan tan enemigo no será y explico el porqué poniéndome en la piel del señor del silbato:
Supongamos que arbitro un partido de senior en el que he de pitar una técnica a un jugador por no parar de protestar, y que después de la técnica sigue protestando aún sabiendo que quitársela no se la voy a quitar. Tras un mal trago, por como ha ido ese partido... ¡vaya! El jugador de la técnica es el entrenador del cadete...¿Arbitraré igual?¿Tendré el mismo problema?¿Como se desarrollará el partido? El caso es que lo más seguro es que el árbitro no se deje influir por un partido u otro, pero estoy seguro que esas preguntas se las hace y si eso lo piensa, ya se está condicionando sin quererlo. No se si me seguís... pero son personas, como el entrenador y el jugador, y si estos tienen reacciones intempestivas... pues me sé de alguien que también.



"No, es que los árbitros tienen que ser imparciales y han de pitar un partido independiente de lo que haya pasado en el siguiente y bla bla bla..". No. La práctica no me dice eso al menos. Respeto totalmente la faena del árbitro pero entiendo, como me pasa a mi, como les pasa a mis jugadores, que el árbitro se acuerda de nosotros y que puede encarar el partido de una forma u otra, ya solo por el hecho de que puedas hablar con él, acercarte a comentar algo o discutir una jugada u otra. Sin perder la razón por las formas, cualquiera puede hablar con ellos, pero hay que tener tacto y saber estar.

¿A qué viene esta reflexión? ¡Pues para que reflexiones tu como lector y entrenador/jugador que eres! ¿Es correcta mi actitud frente a este señor/a del silbato? Tarde o temprano te lo volverás a encontrar por las pistas... Si se acuerda de ti, ¿el recuerdo será bueno? ¿Podrás hablar con él tranquilamente de como han ido los demás partidos, o por el contrario será sólo un apretón de manos de rigor, con más resquemor que otra cosa? Son muchas preguntas pero que sólo el tiempo tiene las respuestas. Eso sí, el tiempo tiene las respuestas que tú elijas. 

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